Antes de adentrarnos en este fascinante tema, es preciso subrayar que no existe un único concepto de educación ambiental, sino que este es un campo en constante evolución que se nutre de múltiples disciplinas y visiones, y que busca dar respuesta a los cada vez más exigentes desafíos ambientales del presente siglo.
Objetivos y ámbitos de la educación ambiental
La educación ambiental tiene como objetivo formar una ciudadanía consciente y comprometida con el medio ambiente, capaz de comprender la importancia de lograr un equilibrio entre las dimensiones social, ecológica, política y económica en el marco de una ética que promueva una nueva forma de habitar nuestra “casa común”. Esto significa desarrollar en las personas una racionalidad ambiental y una formación ciudadana orientada hacia la sostenibilidad, buscando siempre la justicia social, la igualdad de género, la protección de la salud, la democracia participativa y el respeto por la diversidad cultural para lograr un cambio en las mentalidades y prácticas actuales.
La educación ambiental en las leyes y políticas nacionales
En diversos países, la educación ambiental ha sido incorporada en sus marcos legales y políticas públicas. Por ejemplo, en Argentina y México, la Constitución Nacional, la Ley de Educación Nacional y la Ley General del Ambiente contemplan a la educación ambiental como un proceso fundamental para el ejercicio pleno de la ciudadanía. De esta manera, las leyes protegen el derecho a un ambiente sano y la preservación del patrimonio natural y cultural y de la diversidad biológica.
En otros países, como Chile, la educación ambiental fue incorporada en la Ley de Bases Generales del Medio Ambiente en 1994 y en 2009, se aprobó la Política Nacional de Educación para la Sustentabilidad, la cual establece los lineamientos para la educación ambiental en Chile.
La educación ambiental en la práctica: acciones y programas
La educación ambiental se concreta a través de una gran diversidad de acciones y programas que buscan generar conciencia y conocimiento en los ciudadanos sobre los problemas ambientales, investigar temáticas ambientales, involucrase en la resolución de problemas y tomar medidas para mejorar el medio ambiente. Entre los componentes de la educación ambiental, podemos destacar la conciencia y sensibilidad, el conocimiento y entendimiento, las actitudes de preocupación y motivación, las habilidades para identificar y contribuir a resolver problemas, y la participación en actividades que contribuyan a resolver desafíos ambientales.
En Estados Unidos, la Ley Nacional de Educación Ambiental de 1990 faculta a la Agencia de Protección Ambiental (EPA) para liderar a nivel nacional las acciones que incrementen la educación ambiental. Es así como surge la Oficina de Educación Ambiental y el programa Premio Presidencial Ambiental Juvenil (PEYA), que reconoce proyectos ambientales excepcionales presentados por alumnos de escuelas de educación básica y media.
El Premio Presidencial de Innovación para Educadores Ambientales (PIAEE)
En la búsqueda por estimular la innovación en este campo, también se han creado premios como el Premio Presidencial de Innovación para Educadores Ambientales (PIAEE) que reconoce a docentes excepcionales del jardín infantil hasta el último año de escuela que utilizan enfoques innovadores para la educación ambiental. Un máximo de dos docentes por cada una de las 10 regiones de la EPA en distintos estados de EE. UU. pueden recibir este premio, un ejemplo de cómo desde 1971, la Agencia y el presidente de dicho país trabajan juntos para reconocer esfuerzos en educación ambiental.
Reflexiones finales
A pesar de los avances en materia de legislación y programas que promueven la educación ambiental, aún queda mucho por hacer. Encuentro en mi propia experiencia como escritor y periodista, la necesidad constante de actualización en temas ambientales y el desafío de transmitirlos de una manera accesible para todos, buscando generar un cambio en nuestras prácticas cotidianas y lograr un impacto positivo en el medio ambiente.
La educación ambiental requiere de un esfuerzo colectivo y a nivel mundial para realmente funcionar, y es un compromiso que debemos asumir todos. En estos momentos en los que los desafíos ambientales del siglo XXI están cobrando protagonismo, recordemos las sabias palabras de un viejo proverbio indio: “No heredamos la Tierra de nuestros antepasados, la tomamos prestada de nuestros hijos”. Y, ¿qué mejor manera de devolver ese préstamo que a través de la educación ambiental? Porque, después de todo, es en este hogar común donde todos los seres vivos compartimos el mismo destino.