La percepción popular dicta que el sol sale por el este y se pone por el oeste, pero esta afirmación, aunque ampliamente difundida, solo es exacta en dos momentos específicos del año: los equinoccios de primavera y otoño. Fuera de estos días, la posición exacta del amanecer y el atardecer fluctúa con las estaciones del año, ajustándose al movimiento tanto de rotación como de traslación de la Tierra.
En elhemisferio norte, el punto exacto del horizonte por donde sale y se pone el sol se mueve hacia el sur durante los meses de otoño e invierno y hacia el norte en los meses de primavera y verano. Este fenómeno no es exclusivo de una geografía; su contraparte se observa de forma especular en el hemisferio sur, donde el sol parece moverse hacia el norte en otoño e invierno y hacia el sur durante la primavera y el verano. La ubicación geográfica juega un papel crucial en la percepción de estos cambios, siendo más notorios lejos del ecuador.
Los puntos cardinales, norte, sur, este y oeste, forman el sistema básico de orientación y son esenciales para entender la dinámica del sol. “Para los observadores terrestres, estos puntos definen nuestra relación con el movimiento diario y anual del sol”, señalan expertos en astronomía. Cada día, dependiendo de la estación y nuestra ubicación en el globo, el sol ofrece una pequeña variación en su curso, recordándonos la complejidad de los movimientos celestiales en contraste con nuestras simplificaciones cotidianas.
Cardinalidad Clave: Explorando la Importancia de los Puntos Cardinales
Los puntos cardinales no son meras direcciones; son el lenguaje primordial de la orientación geográfica, incrustado en nuestra historia y civilización. Desde el alba de los tiempos, la humanidad ha buscado en el cielo las respuestas para guiarse a través de vastos mares y desolados desiertos. “El Este o también llamado oriente es por donde sale el sol. En el sentido contrario al Este se encuentra el Oeste u occidente, que es por donde se oculta el sol”, destaca la tradición que, lejos de perderse, se enriquece con el avance de la técnica y la ciencia.
El concepto de los puntos cardinales va más allá de simples marcadores; son puntos de enlace entre el ser humano y su entorno, ofreciendo un sistema de referencia constante e inmutable. “La palabra cardinal se deriva del nombre latino cardo, que identificaba, en las ciudades romanas, a la calle trazada de Norte a Sur y que pasaba por el centro de la ciudad”, nos reconecta con la raíz etimológica y cultural de nuestra percepción espacial, resaltando su piedra angular en la construcción de nuestras sociedades.
En contextos específicos, como la navegación o la orientación terrestre, la relevancia de entender y aplicar correctamente los puntos cardinales es incuestionable. Por ejemplo, en Chile, la distinción entre Este, marcado por la cordillera de Los Andes, y Oeste, definido por el Océano Pacífico, adquiere un significado particular al orientar no sólo a los viajeros sino también a la planificación urbana y territorial. Esta diversidad de aplicaciones demuestra que la importancia de los puntos cardinales trasciende lo cotidiano, filtrándose en el tejido mismo de nuestra interacción con el mundo.
Estudio del movimiento del sol durante el año
El Profe Carbajal, a través de su video “Movimiento del Sol, la Tierra y la Luna,” nos adentra en la esencial complejidad de los ciclos celestes que definen nuestros días, noches y las estaciones a lo largo del año. Al aclarar cómo la rotación terrestre nos sumerge en la alternancia de día y noche y cómo nuestra órbita alrededor del sol marca el paso de las estaciones, aporta una visión clara pero contundente: “Todos y cada uno de los planetas del sistema solar junto con sus satélites realizan estos dos movimientos de rotación sobre su propio eje y de traslación alrededor del sol”. Este enfoque demuestra no solo la dinámica existente entre la Tierra, la Luna y el Sol, sino también el verdadero espectáculo que es poder observar el cielo nocturno. Al observar los planetas, que a diferencia de las estrellas, “brillan y no centellean”, se descubre un universo de magnitudes descomunales, donde incluso nuestra estrella, el Sol, participa en un baile cósmico rotando sobre su eje y orbitando nuestra galaxia. Estos movimientos celestes, eternamente vinculados a la experiencia humana, continúan fascinando y conectándonos con el vasto universo al que pertenecemos.
Influencia Cultural del Amanecer
La salida del sol, fenómeno percibido desde tiempos inmemoriales por la humanidad, revela mucho más que el mero inicio de un nuevo día. A lo largo de la historia, su aparición ha tenido una influencia significativa en diversas culturas alrededor del mundo, marcando rituales, prácticas religiosas y festividades. La percepción del amanecer como un momento de renovación y esperanza está profundamente arraigada en el tejido social y cultural de muchas sociedades.
Este impacto cultural es palpable en la forma en que diferentes culturas han integrado la salida del sol en sus mitologías y sistemas de creencias. Por ejemplo, en el antiguo Egipto, el sol era adorado como Ra, el dios que renace cada mañana y viaja por el cielo durante el día antes de morir en la puesta del sol. Este ciclo eterno era visto como un símbolo de resurrección y eternidad. “El sol no es solo una estrella central en el cielo; es central en nuestras vidas, moldeando nuestras culturas y creencias desde el amanecer de la civilización“, señala un historiador del arte y la simbología del sol.
Además, el reconocimiento del poder del sol para sustentar la vida en la Tierra se refleja en su importancia en muchas prácticas agrícolas y festivales. Por ejemplo, en culturas con profundos lazos agrícolas, la salida del sol marca no solo el inicio de las actividades diarias, sino que también se celebra en festividades para asegurar buenas cosechas. La influencia de la salida del sol sobrepasa lo visual y lo físico; se extiende a lo espiritual y lo cultural, delineando ceremonias y prácticas que continúan hasta nuestros días.
Casos excepcionales: lugares donde el sol no sale
El fenómeno de la noche polar en Svalbard, Noruega, es un evento climático extraordinario que sumerge a este archipiélago en la oscuridad total durante cerca de cuatro meses al año. Específicamente, desde el 26 de octubre hasta el 15 de febrero, el sol no logra elevarse sobre el horizonte, creando un escenario donde el día se convierte en una extensión de la noche. “En el archipiélago de Svalbard, perteneciente a Noruega, la noche polar dura del 26 de octubre hasta el 15 de febrero”, según informa NMás, canal especializado en contenido noticioso. Este lugar se convierte así en uno de esos casos excepcionales en el mundo donde el sol no sale, desafiando nuestras nociones de día y noche y presentando un panorama único para sus habitantes y visitantes. El desafío de vivir o visitar Svalbard durante este periodo trae consigo experiencias incomparables de oscuridad continua, cambiando radicalmente la percepción del tiempo y el espacio.