En este artículo, exploraremos la medicina antigua mexicana, un tema que nos lleva a sumergirnos en la rica cultura y cosmovisión de los pueblos prehispánicos de México. Acompáñenme en esta fascinante odisea en el tiempo para descubrir cómo estos sabios antepasados enfrentaban y combatían enfermedades, y cómo su conocimiento continúa influyendo en la medicina moderna.
El avanzado sistema médico de los mexicas
Quizá te sorprenda saber que, al llegar los españoles en 1519, encontraron en México un sistema médico integral desarrollado por los mexicas. Este sistema acumulaba conocimientos de al menos dos milenios y medio en cuanto a enfermedades y tratamientos, siendo una verdadera proeza de sabiduría ancestral.
Medicina náhuatl prehispánica: una visión holística de la salud
La medicina náhuatl prehispánica se basaba en un enfoque integral y holístico de la salud y la enfermedad. Los pueblos indígenas atribuían los males del cuerpo a causas sobrenaturales, y sus tratamientos incluían tanto remedios naturales como rituales y conjuros. A pesar de su posición subordinada después de la conquista española, esta medicina antigua y sus prácticas sobrevivieron en lo que hoy conocemos como curanderismo, una valiosa tradición que aún está presente en la medicina tradicional mexicana.
Los titici y la atención primaria en la Nueva España
Después de la Conquista, la atención médica en Nueva España estuvo principalmente en manos de médicos náhuatl, conocidos como titici, durante al menos 50 años. Estos médicos indígenas eran expertos en herbolaria, manipulación de huesos y técnicas quirúrgicas básicas, y trabajaban junto a las mujeres especializadas en el parto, conocidas como timixihuani. Su conocimiento fue, en parte, recuperado e integrado al saber médico de la época por frailes franciscanos y médicos españoles, como el famoso doctor Francisco Hernández, quien identificó más de 3 mil hierbas con uso medicinal.
Fuentes primarias: el legado escrito de la medicina náhuatl
Las principales fuentes primarias para el estudio de la medicina náhuatl y la atención a la salud en el mundo prehispánico son el Códice Florentino, el Códice de la Cruz-Badiano y la Historia Natural de la Nueva España de Francisco Hernández. Estas obras nos permiten entender la gran riqueza de conocimientos y prácticas médicas que conformaban la medicina antigua mexicana.
Salud y prevención en la gran Tenochtitlan
Imagina una ciudad con entre 150,000 y 200,000 habitantes, ordenada, pulcra, arbolada e iluminada. Eso era Tenochtitlan al momento de la llegada de los conquistadores. Esta metrópoli prehispánica tenía un avanzado sistema de acueductos y almacenamiento de agua potable, lo que contribuía a la prevención de enfermedades y al bienestar de sus habitantes.
Hospitales y atención médica en los centros urbanos
Existían hospitales en los grandes centros urbanos, como Tenochtitlan, donde los médicos titici y las timixihuani prestaban sus servicios. La atención de la salud en el mundo nahua recayó principalmente en el ámbito familiar, donde se transmitían conocimientos básicos del uso de hierbas, raíces y minerales medicinales.
Además, los sacerdotes ejercían a menudo como médicos debido al carácter mágico-religioso de la atención a la salud. Los dioses y seres sobrenaturales eran considerados responsables de ciertas enfermedades, como la gota de las manos o de los pies, el tullimiento de algún miembro, la hidropesía, la lepra y las úlceras.
Un legado vivo: la medicina tradicional mexicana
La medicina antigua mexicana dejó un legado que sigue vivo en la actualidad. La medicina tradicional mexicana es una mezcla cultural de conocimientos y prácticas indígenas, afrodescendientes y europeas, que busca mantener el bienestar del cuerpo, la mente y el espíritu.
Así, al sumergirnos en la historia de la medicina antigua mexicana, aprendemos no sólo cómo nuestros antepasados enfrentaban y trataban enfermedades, sino que también comprendemos el papel relevante que tiene la tradición en la medicina contemporánea. Es un viaje al pasado que, sin duda, nos deja maravillados y agradecidos por el legado de sabiduría y bienestar que nos han transmitido.