La artritis y la artrosis afectan a las articulaciones, pero su origen y síntomas son diferentes. La artritis se presenta como un dolor inflamatorio, con la capacidad de expandirse a otras áreas del cuerpo, además de las articulaciones. Por el contrario, la artrosis es una enfermedad degenerativa mecánica que solo afecta las articulaciones.
La artritis puede generar dolor articular, hinchazón y enrojecimiento. Estos síntomas pueden ser crónicos en la artritis reumatoide. La artrosis también provoca dolor articular, pero adicionalmente limita la movilidad, produce rigidez y disminuye la flexibilidad.
La artrosis es más frecuente que la artritis y afecta a una de cada diez personas en México. Es la consecuencia del desgaste del cartílago en las articulaciones. Por su parte, la artritis puede ser más perjudicial y afectar no solo a las articulaciones, sino también a otros órganos.
El tratamiento de la artritis y la artrosis depende de su origen y puede incluir el uso de antiinflamatorios, medicamentos y otros tratamientos.
¿Qué es la artritis y sus tipos?
La artritis es una enfermedad provocada por la inflamación de las articulaciones, causando dolor y dificultad para el movimiento. Afecta tanto a hombres como a mujeres y puede presentarse en personas de todas las edades, incluso en niños. Existen varios tipos de artritis, siendo uno de los más comunes la artritis reumatoide.
La artritis reumatoide es una enfermedad autoinmune que inflama las articulaciones y los tejidos a su alrededor. Puede también afectar otras partes del cuerpo, como la piel, los ojos, los vasos sanguíneos, el corazón y los pulmones. Aunque es más común en mujeres y en personas mayores, puede aparecer a cualquier edad. Los síntomas comunes a todos los tipos de artritis incluyen dolor, deformidades, hinchazón, calor, enrojecimiento de la piel sobre la articulación y rigidez.
Para llegar a un diagnóstico seguro, a veces se requieren diversas pruebas, como análisis de sangre o análisis del líquido de la articulación inflamada. En el tratamiento de la artritis se utilizan antiinflamatorios y el reposo de la articulación. En casos similares, se utilizan antibióticos para la artritis infecciosa, y corticoides o fármacos antirreumáticos modificadores de la enfermedad para la artritis reumatoide y psoriásica.
En cuanto a la artrosis, esta también afecta a las articulaciones, pero su diferencia radica en que no tiene cura. Los tratamientos buscan reducir el dolor y mejorar la movilidad y función de la articulación. Pueden incluir el uso de analgésicos como el paracetamol y antiinflamatorios como el ibuprofeno para tratar el dolor. Además, es crucial que el personal sanitario proporcionen una buena información al paciente sobre su enfermedad y una educación sanitaria adecuada para disminuir los efectos incapacitantes de estas afecciones.
Qué es la Artrosis y sus Causas
La artrosis es una enfermedad crónica que se manifiesta con el desgaste y degeneración progresiva del cartílago articular. Cuando el cartílago protector de una articulación se desgasta con el tiempo, se produce el fenómeno conocido como artrosis. Este proceso puede ocasionar limitaciones en la movilidad normal, dolor y deformaciones.
Esta enfermedad afecta principalmente a las manos, rodillas, caderas y columna vertebral, aunque podría manifestarse en otras zonas del cuerpo también. A pesar de que es más frecuente en personas mayores de 60 años, no necesariamente es consecuencia del proceso natural del envejecimiento y no se considera una enfermedad sistémica.
Las causas de la artrosis pueden ser variadas y en muchos casos, sin una única fuente identificable. Algunos factores que podrían incrementar las posibilidades de desarrollo de esta enfermedad incluyen la sobrecarga de las articulaciones, lesiones traumáticas, genética, sobreuso o malposiciones articulares, entre otros. Aun así, muchas veces los síntomas tienen su origen en problemas de los ligamentos, músculos o tendones que rodean las articulaciones, y no directamente en la artrosis.
El tratamiento de la artrosis es principalmente preventivo, pues actualmente no existe un tratamiento curativo. Sin embargo, se puede lograr aliviar los síntomas mediante medidas simples como: bajar de peso, evitar ejercicios de impacto articular y llevar a cabo una vida activa pero no excesiva, puede abarcar también el uso de analgésicos, antiinflamatorios, infiltraciones. En casos severos, se pueden llegar a recambios articulares con prótesis como rodillas y caderas.
Es importante subrayar que mientras la artrosis es una enfermedad presente radiográficamente en el 100% de la población mayor de 60 años, no todos los síntomas que se experimentan en la columna o extremidades se deben directamente a esta enfermedad.
Diferencias entre los síntomas de la artritis y la artrosis
La diferencia principal entre los síntomas de la artritis y la artrosis es que la primera muestra signos de inflamación mientras que la segunda se presenta como un proceso mecánico-degenerativo. A menudo, los pacientes con artritis experimentan dolor articular, hinchazón y enrojecimiento en la zona afectada, a veces estos pueden volverse crónicos. También prevalecen síntomas generales como fiebre, malestar, fatiga, falta de apetito y pérdida de peso
Por otro lado, aunque la artrosis también genera dolor articular, se diferencia de la artritis en que produce rigidez y sensibilidad en las articulaciones, además de limitar los rangos de movilidad. Usualmente, los pacientes con artrosis sufren de rigidez en la articulación afectada después de un periodo de inactividad, este dolor se alivia rápidamente con la vuelta a la actividad. A diferencia de la artritis, la artrosis no suele presentar síntomas generales
Ambas enfermedades pueden afectar una o más articulaciones, no obstante, es importante notar que aunque los síntomas pueden ser similares, la causa y los mecanismos de acción de estas afecciones son diferentes. Mientras que la artritis es una inflamación crónica que puede contribuir a la afectación de otros órganos del cuerpo, la artrosis es un proceso degenerativo que afecta exclusivamente a las articulaciones
Reconocer los síntomas específicos de cada enfermedad es crucial para un diagnóstico temprano y un correcto tratamiento. Además, es clave mencionar que la gravedad de estos signos puede variar dependiendo del paciente, de la fase de la enfermedad y de otros factores individuales.
Causas de la Artritis y la Artrosis
La artritis y la artrosis son dos enfermedades que afectan el funcionamiento normal de las articulaciones. Sin embargo, sus causas son diferentes. La artritis puede ser causada por diversas razones como infecciones, la deposición de cristales o procesos autoinmunes como la artritis reumatoide. Por otro lado, la artrosis se origina por el deterioro del cartílago que protege las articulaciones.
Una forma de artritis que presenta un componente autoinmune es la artritis reumatoide, donde el sistema inmunológico del cuerpo ataca sus propias células y tejidos. Aquí, los factores genéticos también están en juego, pudiendo heredarse la predisposición a este trastorno. En cambio, la artrosis está altamente relacionada con el envejecimiento de las articulaciones, pero también puede ser ocasionada por la obesidad, el esfuerzo excesivo de las articulaciones y ciertos trabajos repetitivos.
Es crucial resaltar que la artritis puede afectar distintas articulaciones y manifestarse de distintas maneras; podría ser monoarticular, oligoarticular o poliarticular, dependiendo del subtipo. Por otro lado, la artrosis suele afectar frecuentemente a las manos, rodillas, caderas y columna vertebral. No obstante, no todas las molestias en las articulaciones provienen necesariamente de la artrosis sino que podrían derivar de problemas en ligamentos, músculos o tendones que rodean las mismas.
Factores de riesgo para desarrollar artritis y artrosis
Existen varios factores de riesgo que pueden aumentar la probabilidad de desarrollar artritis y artrosis. En el caso de la artrosis, además del envejecimiento de las articulaciones, factores hormonales como la menopausia, una condición de obesidad, una historia de traumatismos previos y la práctica regular de deportes de alto impacto como el ciclismo o el running pueden incrementar el riesgo. Asimismo, ciertas profesiones que implican movimientos repetitivos pueden también aumentar la posibilidad de desarrollar artrosis.
En el caso de la artritis, particularmente la artritis reumatoide, la cual está basada en un trastorno autoinmune, no sólo los factores genéticos están relacionados sino también el sistema inmunitario que ataca las células y tejidos del cuerpo. Aquí, los factores genéticos pueden jugar un papel significativo y las personas con familiares directos que sufren de artritis reumatoide tienen mayores posibilidades de también desarrollarla.
Es esencial recocer que la artritis puede ser muy destructiva y deja secuelas significativas no sólo en las articulaciones sino también en otros órganos, impactando de forma negativa la calidad de vida. El tratamiento varía dependiendo de la causa de la enfermedad y puede incluir desde el consumo de antiinflamatorios hasta utilizar inmunosupresores.
Por otro lado, los riesgos para desarrollar artrosis pueden minimizarse mediante la adopción de algunas medidas sencillas como el control del peso, el evitar ejercicios de alto impacto, el uso de analgésicos y antiinflamatorios, y en casos severos, recurrir a infiltraciones o reemplazos articulares si es necesario.
Cómo se diagnostica la artritis y la artrosis
El diagnóstico de la artritis se realiza a través de una serie de pruebas, las cuales incluyen análisis de sangre y del líquido de la articulación inflamada. Estas pruebas permiten identificar la presencia de inflamación y determinar si está asociada a algún trastorno específico, como puede ser la artritis infecciosa o la artritis reumatoide. Las radiografías también pueden ser útiles para el diagnóstico, sin embargo, en ocasiones pueden no evidenciar la presencia de la enfermedad o mostrarla en mayor grado de lo que realmente se siente en la articulación.
Con respecto a la artrosis, el diagnóstico se basa principalmente en los síntomas reportados por el paciente y en la exploración física llevada a cabo por el médico. Aquí también se pueden recurrir a las radiografías, pero resulta relevante tener en cuenta que estas pueden no registrar correctamente la presencia o el grado de esta enfermedad, ya que se trata de un desgaste progresivo de la articulación que no siempre debe necesariamente derivar en dolor.
La artritis se trata generalmente con antiinflamatorios y reposo, pero el tratamiento específico varía dependiendo de la causa de esta. Por ejemplo, en la artritis infecciosa se utilizan antibióticos, mientras que en la artritis reumatoide y la artritis psoriásica pueden requerirse corticoides o fármacos antirreumáticos modificadores de la enfermedad. Por otro lado, la artrosis no tiene cura, por lo que el objetivo del tratamiento es principalmente reducir el dolor y mejorar la movilidad y función de la articulación.
Tratamientos para la artritis y la artrosis
Hay diversas opciones de tratamiento para la artritis y la artrosis que dependen del tipo de enfermedad, su gravedad y la respuesta del paciente a las terapias utilizadas. Una de las principales alternativas son los medicamentos antiinflamatorios no esteroideos (AINE). Estos, como indometacina, fenilbutazona, piroxicam, diclofenaco, aceclofenaco, naproxeno y ácido acetilsalicílico, ayudan a aliviar el dolor, la inflamación y la rigidez en las articulaciones afectadas por la artritis.
En casos más graves de artritis, se pueden utilizar inmunosupresores para reducir la respuesta del sistema inmune, lo que puede disminuir los daños en las articulaciones. Sin embargo, es vital destacar que estos medicamentos tienen efectos secundarios significativos, y su uso debe ser supervisado de cerca por un médico especialista.
En el caso de la artrosis, que es una enfermedad degenerativa de las articulaciones, no existe un tratamiento curativo. No obstante, se pueden aliviar los síntomas con medidas simples como el control del peso, evitar ejercicios de impacto en las articulaciones, uso de analgésicos y antiinflamatorios, y en casos severos, la sustitución de las articulaciones afectadas por prótesis, como rodillas y caderas.
Además de los tratamientos farmacológicos, existen también terapias de fisioterapia que pueden ser muy útiles para reducir los síntomas de estas afecciones articulares. Entre ellas encontramos a la termoterapia, la balnearioterapia, la hidroterapia, la acupuntura, y los masajes. Estas terapias ayudan a mantener la amplitud de movimiento de las articulaciones y la flexibilidad musculoesquelética. Resulta muy útil aprender a contraer los músculos alrededor de las articulaciones afectadas para mantener el tono muscular.
Cómo prevenir la artritis y la artrosis
Existen diversas medidas que podemos tomar para prevenir artritis y artrosis. Mantener un peso adecuado es primordial, ya que la obesidad ejerce una carga excesiva en las articulaciones, aumentando el riesgo de desgaste e inflamación. Además, es significativo llevar a cabo una serie de acciones como hacer ejercicios de bajo impacto, seguir una buena postura, y evitar movimientos repetitivos y esfuerzos excesivos.
Del mismo modo, el uso de calzado adecuado es esencial para mantener una buena postura y reducir el impacto en las articulaciones al caminar o realizar actividades físicas. Adicionalmente, debe prestarse atención a la duración y calidad del sueño, ya que dormir de 8 a 10 horas diarias y descansar durante el día ayuda a reducir el estrés en las articulaciones y promueve su recuperación. Llevar un estilo de vida saludable, evitando el estrés y una actividad física excesiva, también será de gran ayuda para prevenir estas enfermedades.
Finalmente, de igual importancia es el seguimiento de las indicaciones médicas. En caso de presentar síntomas de artritis o artrosis, es fundamental acudir a un especialista para un diagnóstico y tratamiento adecuados. El médico podría recomendar medicamentos antiinflamatorios, analgésicos o terapias físicas para aliviar los síntomas y mejorar la calidad de vida.