La congregación de Dolores no solo presenció el icónico “Grito” de 1810, sino que, entre 1813 y 1814, se convirtió en centro neurálgico para las fuerzas insurgentes con el propósito de dominar el real minero guanajuatense y sus áreas circundantes. Este intento resultó ser un desafío permanente debido al asentamiento, post 1816, de una “Comandancia General del Norte de la provincia de Guanajuato” por los realistas en el mismo Dolores, orientada a la pacificación completa de la zona. Los embates del ejército insurgente contra esta estratagema estaban marcados por la reconfiguración de circuitos comerciales esenciales, tanto para el sustento de sus operaciones como para la estrategia de guerra en sí. A pesar de todo, los años de 1810 a 1821 se caracterizaron por una serie de contratiempos que abarcaron desde la reestructuración forzada de alianzas hasta la rearticulación de estrategias militares por parte de los insurgentes, enfrentando no solo al enemigo realista sino también a las adversidades internas que incluían desavenencias entre líderes insurrectos y una base social fluctuante.
La importancia de Dolores y sus alrededores se evidenció aún más en cómo ambas facciones, insurgente y realista, reconfiguraron sus estrategias militares y políticas en torno a este escenario. Los realistas, bajo la “Comandancia General del Norte de la provincia de Guanajuato”, efectivamente establecieron estrategias de pacificación que incluían el refuerzo de la presencia militar y el fomento de la lealtad entre la población local. Por su parte, los insurgentes, pese a los contratiempos, persiguieron la reocupación de territorios estratégicos, el reajuste de alianzas y la innovación en sus tácticas de guerra, todo enfocado en contrarrestar la creciente presión realista y asegurar la viabilidad de su causa. Quizás el mayor testimonio de estos desafíos fue la constante reinvención y adaptabilidad de los insurgentes ante un entorno que les era adverso, pero que nunca logró extinguir la llama de su insurgencia.
Acciones clave de los insurgentes en la independencia de México
La insurgencia en la guerra por la independencia de México se caracterizó por una serie de acciones contundentes que catalizaron el movimiento hacia la libertad. Ignacio Allende, Mariano Abasolo y otros simpatizantes, ante el descubrimiento de sus conspiraciones, organizaron una nueva en Querétaro. Este grupo, contando entre sus filas a personajes clave como Miguel Hidalgo y Costilla, buscó derrocar a los españoles del poder, señalando el levantamiento planeado para diciembre como punto de inicio de la lucha. Sin embargo, enfrentando la denuncia de la conspiración, se anticiparon los eventos, llevando a lo que se conocería como el Grito de Dolores, marcado por la arenga de Hidalgo que movilizó a la población a levantarse en armas contra el mal gobierno, signo distintivo del comienzo de la guerra de independencia.
Además, la estrategia insurgente no se limitó a la movilización de masas. Tras la captura de la Alhóndiga de Granaditas, una victoria liderada por la audacia de personajes como “el Pípila”, y la posterior toma de importantes ciudades, los insurgentes demostraron su capacidad para organizar y dirigir un ejército en crecimiento. Este ejército, aunque inicialmente desorganizado y predominantemente armado de manera precaria, fue capaz de incrementar significativamente su artillería y reestructurarse, ganando varias batallas importantes contra las fuerzas virreinales. Estas acciones, junto con otras como la abrogación de la esclavitud y la promoción de la autodeterminación expresada por Hidalgo, “…el francés quiere ser mandado por francés; el inglés, por inglés; el italiano, por italiano; el alemán, por alemán…¿Por qué a los americanos se les ha de privar del goce de esta prerrogativa?”, subrayan la determinación y los valores que impulsaron el movimiento insurgente hacia la consecución de un país libre.
El motivo por el que el ejército insurgente actúa de esa forma
El canal @prende_mx, enfocado en la creación de materiales educativos, aborda el motivo detrás de las acciones del ejército insurgente durante la lucha por la independencia de México. Destaca la unión y determinación de figuras históricas como el cura Hidalgo, Ignacio Allende y Juan Aldama, quienes, con la visión de libertad y justicia, conformaron un ejército guiado por principios de fraternidad entre mexicanos y españoles dispuestos a sumarse a la causa. Su proeza comenzó en el pueblo de Dolores y, armados con un estandarte guadalupano, ochenta mil pesos y mil doscientos hombres, marcaron los primeros pasos hacia lo que aspiraban ser una nación independiente.
“Hemos pactado con Ignacio Allende que ofreceremos garantías a todos los españoles que se entreguen. Además, así podremos tener más adeptos a la causa”, se narra en el contenido de @prende_mx, poniendo de manifiesto el objetivo de unidad y crecimiento estratégico del movimiento insurgente. Esta decisión crucial, tomada en los albores de la guerra de independencia, refleja un espíritu de inclusión y diplomacia, piezas angulares en la concepción de la lucha por la independencia; principios que, a fin de cuentas, buscaban transformar el territorio en una nación soberana y justa para todos sus habitantes.
La influencia de Francisco Javier Mina en la independencia
Desde INAH TV, canal perteneciente al Instituto Nacional de Antropología e Historia, se proyecta una luz reveladora sobre Francisco Javier Mina, figura clave en la consumación de la Independencia de México. El papel de Mina en este proceso histórico es de especial interés, habiendo combatido fervientemente por lo que él denominaba “la causa de los hombres libres”. No obstante, su lucha y sacrificio lo llevaron a enfrentarse no solo contra enemigos territoriales sino también contra aquellos que, incluso dentro de su propia nación, buscaban desacreditar su legado. El tratamiento del personaje ha evolucionado, siendo objeto de estudio y revalorización por parte de historiadores en ambos lados del Atlántico; Manuel Ortuño Martínez en España y Martín Luis Guzmán en México han contribuido en gran medida a esta tarea.
El coloquio organizado en el Museo Nacional de Historia, Castillo de Chapultepec, señala un esfuerzo por unificar las visiones española y mexicana sobre Mina y analizar críticamente su incursión en la Nueva España en 1817. Este evento no solo busca homenajear a Javier Mina sino también invitar a una reflexión crítica sobre su rol dentro del movimiento insurgente. “Podríamos decir que en esta porción del territorio americano, digamos, acaba la historia de los reyes prehispánicos y españoles justamente con estos movimientos libertadores,” apunta un especialista durante el video. La mención de cuerpos de insurgentes cuyas memorias fueron revividas y reivindicadas, siendo el cuerpo de Mina uno de los pocos completos rescatados y honrados, subraya la importancia de su contribución a la libertad de la Nueva España, recordando así su determinante influencia en la lucha por la independencia.
Injusticias en la Guerra de Independencia de México
La Independencia de México fue un campo fértil para actos de violencia que, bajo el manto de la lucha por la libertad, escondieron injusticias profusas tanto por parte de insurgentes como de realistas. La violencia colectiva, empleada por ambos bandos, fungió como herramienta estratégica y castigo ejemplar, arrastrando a la población civil hacia un torbellino de sufrimiento y horror. Los insurgentes, liderados por figuras como Hidalgo y Morelos, perpetraron matanzas de españoles peninsulares, ataques a villas y saqueos, a menudo justificados bajo la premisa de la liberación nacional pero dejando una estela de dolor indiscriminado. Por su parte, las respuestas realistas no se quedaron atrás en crueldad; la imposición de la ley del Talión, mediante ejecuciones masivas y castigos inmisericordes, buscó sembrar el terror como método disuasorio, afectando igualmente a insurgentes y civiles neutrales. En palabras de un observador contemporáneo, estos actos colectivos de violencia son cruciales para entender no sólo la guerra de independencia sino la naturaleza humana misma, pues “más allá de diferencias sociales, políticas o ideológicas, nos remite a una de las experiencias humanas más fascinantes y más aterradoras”.