Tras el lanzamiento del Sputnik I en 1957 por parte de la Unión Soviética, la carrera espacial, aquella batalla por conquistar el cosmos, comenzó a poblar nuestros cielos de rutas y senderos. En ese mismo año, México marcaba el inicio de una travesía que se proyectaría como un legado imborrable en el cosmos conquistado. Permítame compartir con ustedes cómo mi querido México ha contribuido a la exploración espacial y se ha forjado una página entrelazada a la de los titanes que dominan los cielos.
Los primeros titubeantes pasos hacia lo desconocido
En los albores de la conquista del espacio, México ya bregaba con las estrellas. En diciembre de 1957, el país lanzó su primer cohete sonda, el Física I, encargado de estudiar las características atmosféricas. Esta noble misión cristalizaría en una valerosa hazaña algunos años más tarde, al alzar el Conee en 1962. Pilares en nuestra orgullosa aportación al espacio exterior.
La Comisión Nacional del Espacio Exterior
Fundada en 1962, la Comisión Nacional del Espacio Exterior (Conee), antecesora de la actual Agencia Espacial Mexicana, se convertiría en el estandarte y vanguardia, hasta su desaparición en 1977, de nuestra valiente incursión en las alturas prometeicas. Durante esos años, inexorablemente conquistamos un mundo novedoso, repleto de misterios y maravillas.
Una contribución que ilumina el espectro televisivo: las primeras transmisiones a todo color desde México
Recuerdo con nostalgia cómo las ondas electromagnéticas, surcando lo ignoto, llegaron a nuestras pantallas de aquel México de 1968. Gracias a la Estación Terrena de Tulancingo en Guerrero, pudimos apreciar, por primera vez en multitud de hogares, la vida en vistosos colores contrastados. ¿Cuántos recuerdos persisten gracias a este logro ingenieril?
Nuestras águilas cósmicas: Los satélites Morelos I y II
Alcanzado ya cierto dominio en la lucha cósmica, México dio un salto cuántico con la creación del sistema de satélites Morelos I y II en los años 80. Estas emblemáticas estaciones orbitales marcaron el punto crucial de nuestra presencia celeste y nos permitieron expandir nuestras alas hacia el infinito negro.
Fomentando la colaboración y amistad entre naciones: La ALCE
Convicto de que todos somos polvo de estrellas y unidos por hilos invisibles, México se ha colocado como faro de cooperación internacional en el campo espacial. Manifestación de ello es la Agencia Latinoamericana y Caribeña del Espacio Exterior (ALCE), en la que México se erige como catalizador e impulsor de la investigación y exploración del espacio en la región.
De México al universo: La Agencia Espacial Mexicana (AEM)
¿Cómo olvidar a la AEM, ese heredero estelar de la Conee? Nacido en 2010, su mandato de emplear la ciencia y tecnología espacial para beneficio del pueblo mexicano ha dejado un sabor gratificante en la conquista del espacio. Sus líneas de acción, unidas a la firma de múltiples convenios internacionales, han expandido nuestra red de conocimientos y habilidades.
Nuestro logro más reciente y preciado: El nanosatélite AzTechSat-1
Ah, el AzTechSat-1, ese pequeño colibrí que surca los cielos, memento de los días de grandeza de nuestra contribución estelar. Encargado de múltiples tareas, como el monitoreo del territorio y la agricultura de precisión, este querido nanosatélite ha marcado un hito en nuestra historia espacial, y ha llenado de orgullo y alegría nuestros corazones.
En conclusión, quisiera recordar que, cuando se trata de estudiar y explorar el espacio, México no ha sido un mero espectador, sino un actor constante y decidido. A lo largo de las décadas, desde la Conee hasta la AEM, nuestro país ha dejado su sello en la búsqueda de respuestas a las preguntas más antiguas y profundas de nuestra existencia. Y aunque nuestro caminar por las estrellas es, sin duda, un proceso que requiere de tiempo, trabajo y sacrificios, es tarea de todos nosotros mantener encendida la llama de la exploración y el progreso. Como bien dijo el poeta, “Camina, camina, que el cielo está en marcha”.