Por si acaso, aquel 5 de junio de 2018, la vida nos dio una lección. La naturaleza, en toda su grandeza, nos mostró lo infinitamente pequeños que somos ante sus fenómenos. Una erupción volcánica en La Palma nos enfrentó a la realidad de vivir en un mundo donde 90 volcanes activos en Chile, por ejemplo, nos recuerdan quiénes tienen el control en la relación entre humanos y naturaleza.
Preparándonos para lo desconocido
Ante situaciones como estas, surge la pregunta: ¿qué hacer en caso de erupción volcánica? Bueno, siempre es mejor la prevención que el remedio, así que lo primero es estar informados y preparados.
Consultar a las autoridades respectivas como la ONEMI y Sernageomin, o incluso revisar mapas de amenaza volcánica, nos permite conocer las áreas de peligro y las vías de evacuación. Si vivimos cerca de un volcán, es recomendable tener techos con ángulos mayores a 30° para evitar la acumulación de cenizas.
Monitorizar y alertar: la importancia de estar atentos
No hay mejor arma que la atención constante. Si observamos anomalías en un volcán cercano, como sismicidad o fumarolas, debemos informar a organismos como Carabineros, ONEMI, Dirección Meteorológica de Chile o Sernageomin.
El Plan Especial de Protección Civil y Atención a Emergencias con semáforos de colores
¿Sabías que existe en Canarias ( España ) un Plan Especial de Protección Civil y Atención a Emergencias por Riesgo Volcánico (PEVOLCA) con un sistema de semáforos de diferentes colores? Es como si nuestros amigos los volcanes nos dieran pistas para saber cómo enfrentarlos. Esto nos permite estar alerta y actuar de acuerdo al nivel de peligro.
El semafóro verde indica que el volcán está en reposo, el amarillo nos avisa de una mayor monitorización y flujo de información, y el rojo indica que es hora de evacuar a la población prioritaria.
Nuestro equipaje ante lo inminente: el kit de emergencia
Nunca está demás tener un kit de emergencia bien preparado para afrontar una erupción. Linterna, botiquín, comida, agua, abrelatas manual, medicamentos, zapatos robustos, protección respiratoria, protección ocular y radio a batería: todo lo necesario para enfrentar el desafío de lo inesperado. Incluso la Cruz Roja Americana sugiere tener gafas y mascarillas antipolvo y una tarjeta con datos de cada miembro de la familia.
Las pólizas de seguro: ¿nos cubren?
Una pregunta que surge en momentos de crisis es si nuestra póliza de seguro cubre daños por erupciones volcánicas. No está de más echar un vistazo a esos documentos acumulando polvo en algún rincón de nuestra casa.
Llegó el momento: la erupción y la evacuación
Si las autoridades ordenan la evacuación, debemos seguir las instrucciones dadas. No es tiempo de jugar al héroe ni de tomar decisiones apresuradas. La vida sigue un orden, y ese orden es el de escuchar y obedecer a quienes tienen el conocimiento y experiencia.
Buscar refugio ante la caída de cenizas
Si nos encontramos en casa o en un espacio cerrado durante una erupción, debemos cubrir las ventanas y puertas con paños húmedos para evitar que la ceniza ingrese. En caso de encontrarnos afuera, buscar refugio rápidamente, alejándonos de áreas bajas o restringidas, nos permite mantenernos a salvo.
Superada la tormenta: el regreso a la normalidad
Tras la erupción, es importante seguir las instrucciones de las autoridades y regresar a nuestros hogares solo cuando sea seguro. Remover la ceniza acumulada es más fácil si la humedecemos antes de retirarla.
Mantenemos contacto y cuidamos nuestra salud
Enviar mensajes de texto o usar redes sociales en caso de emergencia nos permite mantenernos conectados. Además, debemos evitar conducir en zonas con ceniza, apagar estufas, calefacciones, aires acondicionados y ventiladores, y utilizar agua embotellada en caso de que el agua potable esté contaminada con ceniza.
La vida sigue: aprender y mejorar
Si algo podemos aprender de estos fenómenos naturales es que la mejor forma de enfrentarlos es con preparación, información y disposición. Nuestras reacciones y actitudes frente a una erupción volcánica se dividen en tres períodos de tiempo diferentes: antes, durante y después.
Estemos siempre preparados, participemos en simulacros, y acudamos a expertos o autoridades ante cualquier duda. No olvidemos que la anticipación y la cooperación nos permitirán enfrentar lo inesperado con entereza y tranquilidad. Después de todo, somos humanos, capaces de adaptarnos y enfrentar los desafíos que nos pone la naturaleza en nuestro camino.