En los campos de Mocorito, Sinaloa, el cacahuate no es solo un cultivo; es una tradición y un modo de vida que se transmite de generación en generación. El proceso de sembrado a cosecha describe una relación íntima entre el agricultor y su tierra, donde cada cacahuate cosechado lleva consigo el sabor del esfuerzo y la esperanza de una comunidad. Se destacan prácticas como la siembra manual y la cosecha detallada, resaltando el arduo trabajo que implica el cultivo de este fruto a lo largo del año.
“Toda mi vida, desde que me parieron, casi me parieron en un montón de cacahuates. Es una producción solamente una vez al año y de aquí tenemos que vivir nosotros”, señala un productor local, enfatizando el compromiso y la dedicación que los agricultores de Mocorito ponen en cada cacahuate. La producción de cacahuate es más que un simple cultivo; es el orgullo de una región que, pese a los desafíos, sigue adelante cosechando “el bonito” como le llaman al fruto que madura bajo la tierra.
La planta de los cacahuetes
Desde ALTERNATIVA ECOLÓGICA, especializado en el cultivo urbano ecoamigable, el proceso de plantar y cosechar cacahuetes se transmite de forma tanto práctica como inspiradora. Cuidadosamente, se detalla cómo comenzar con cuatro semillas y una mezcla específica de suelo para dar vida a estas legumbres desde la comodidad de una maceta. La recomendación de crear una “pequeña elevación” en el sustrato y el cuidadoso riego pos siembra demuestran la dedicación necesaria para que el maní prospere.
Resulta fascinante que, tras la polinización, el fruto del maní crezca bajo tierra, una peculiaridad de esta planta que se enfatiza con experiencia y pasión: “el fruto crece prácticamente enterrado bajo el suelo, no crece sobre la superficie del suelo”. Esta minuciosa guía no solo muestra cómo transformar una simple actividad de jardinería en un acto de cultivo sostenible y productivo sino también invita a reconsiderar los espacios urbanos como potenciales huertos ecológicos.
¿Realmente los cacahuetes son frutos secos?
La confusión sobre si los cacahuetes son frutos secos se extiende ampliamente, aun entre aquellos que se preocupan profundamente por su alimentación y salud. “Los cacahuetes tienen una composición y un uso muy distintos a lo que generalmente consideramos frutos secos”, argumenta Riera, subrayando un error común que se perpetúa en conversaciones cotidianas y también en etiquetas de alimentos. Identificar correctamente al cacahuete como fabácea, y no como un fruto seco tradicional, es crucial tanto para consumidores como para regulaciones relacionadas con alérgenos, un concepto análogo al que se explora con los carbohidratos
Los especialistas Nevot y Riera destacan la importante distinción que existe entre los cacahuetes y los frutos secos, a pesar de las similitudes que pueden compartir en términos de nutrientes. Nevot apunta que, “Los cacahuetes no solo son botánicamente legumbres, sino que su perfil nutricional rico en grasas los coloca, erróneamente para muchos, en la categoría de los frutos secos”. Esta clasificación errónea no solo potencia la confusión entre consumidores, sino que también plantea desafíos en el manejo de alérgenos y en la elaboración de políticas alimentarias.
Desde el punto de vista de la utilización en la cocina, el cacahuete ocupa un lugar peculiar, no totalmente alineado ni con las legumbres ni con los frutos secos tradicionales. “Su uso distinto y específico en diferentes culturas y cocinas subraya la importancia de entender su verdadera naturaleza”, concluye el director de SAIA, enfatizando cómo aspectos culturales pueden influir y reflejar las clasificaciones alimentarias.
La regulación de la UE número 1169/2011, citada por los expertos, ilumina la importancia de la correcta identificación y clasificación del cacahuete, excluyéndolo explícitamente de la categoría de frutos de cáscara. Este marco legal busca proteger a los consumidores, especialmente a aquellos con alergias, proporcionando claridad y reduciendo el riesgo de confusiones que podrían tener consecuencias graves para la salud.
La constante evolución de las normativas y el creciente entendimiento de los consumidores sobre lo que comen son pasos positivos hacia la eliminación de la incertidumbre que rodea a alimentos tan comunes pero complejos como el cacahuete. La educación alimentaria y la precisión en el etiquetado juegan roles fundamentales en este proceso, destacando una vez más la importancia de distinguir entre fabáceas y frutos secos para una alimentación y regulación más seguras.
Origen y producción de los cacahuetes
Los cacahuetes, también conocidos como maníes, provienen de una planta cuyo fruto se desarrolla de manera peculiar, madurando bajo tierra tras la polinización de sus flores, un proceso similar al que se describe en nuestro artículo sobre la canela. Esta característica única distingue al cacahuete de otras plantas y lo cataloga dentro de los frutos secos, aunque técnicamente es una legumbre. Es producto de un híbrido natural entre dos especies silvestres, A. duranensis y A. ipaensis, que se produjo hace unos 9,400 años en la región subandina del sur de Bolivia. Desde entonces, su cultivo y consumo se han diseminado globalmente, consolidando su presencia en diversas culturas y dietas alrededor del mundo.
La producción de cacahuetes ha cobrado importancia a nivel global, siendo China e India los principales países productores. Este cultivo, que se siembra a finales de primavera y se recolecta en otoño, juega un papel crucial en la agricultura y economía de varios países. A su vez, su extensión hacia Asia, África y Oceanía refleja su adaptabilidad y valor nutricional, siendo una fuente considerable de proteínas, aceite y otros productos derivados utilizados tanto en alimentación como en la industria. En palabras de George Washington Carver, “El maní promete ser una de las plantas más beneficiosas para la humanidad en términos de uso y economía”, reflejando la versatilidad y potencial que este cultivo ofrece para la autosuficiencia a nivel mundial.
Propiedades y beneficios del cacahuete
Desde el canal de El Cuchinero Recetas, conocido por enseñar recetas de cocina fáciles y caseras, se destaca el cacahuete como un arsenal de nutrientes claves para una vida saludable. Entre sus virtudes, se cuenta que son ricos en proteínas, grasas saludables, fibra, vitaminas, y minerales, elementos cruciales para mantener la saciedad y controlar el apetito, semejante a los beneficios que proporciona el yodo. Además, su contenido en antioxidantes como el resveratrol representa un aliado potencial en la reducción del riesgo de enfermedades cardíacas.
Otros compuestos valiosos en su composición, tal como el ácido fólico, son esenciales durante el embarazo mientras que su aporte de magnesio y potasio juegan un rol crucial en la salud muscular y ósea. No obstante, el canal subraya la importancia del consumo moderado debido al alto contenido calórico de los cacahuetes. “El único pero que tiene este delicioso aperitivo es que es crucial consumirlos con moderación”, enfatizan, recomendando las variedades sin sal para evitar aditivos adicionales.
¿Cómo se obtienen los cacahuetes?
El cultivo del cacahuate exige un proceso meticuloso que comienza con la selección de la semilla, donde “quitamos los más bonitos, los más grandecitos, se parten y ese es el que se siembra”, según relata un agricultor para el canal Sin Ruta Al Campo, dedicado a promover el sector primario en México. La siembra, realizada en junio aprovechando las primeras lluvias, culmina en noviembre con la cosecha y un período de secado previo a la trilla en diciembre. Es un trabajo que confronta desafíos actuales, donde los precios bajos y el costo elevado de la inversión contrastan con los métodos antiguos.
“Créanme que el campo sí se nos ha puesto un poco difícil, la verdad, créanme que los precios de lo que sembramos es un poquito barato y a la hora de josechar pues igual es barato, pero cuando lo invertimos es caro”, comparte el agricultor, destacando la laboriosa jornada de los que cultivan esta leguminosa que llegó a México en la época prehispánica y cuyo nombre proviene del náhuatl acáhuatl, que significa cacao de la tierra.