El impacto mexicano en la ciencia global: una mirada crítica

impacto mexicano en la ciencia global

En un mundo donde la ciencia y la tecnología son motores del desarrollo y la competitividad, la realidad del impacto mexicano en la ciencia global nos obliga a realizar una introspección sobre las áreas de oportunidad y los desafíos que enfrentamos como nación. A pesar de ser un país con una riqueza cultural e intelectual innegable, México ha invertido menos del 0.5% de su PIB en ciencia y tecnología, lo que está por debajo del promedio mundial del 2% y muy por debajo de países como Israel y Finlandia, que han invertido hasta el 4%.

Situación crítica de la ciencia y tecnología mexicana

El deficiente andamiaje institucional y organizacional que soporta la ciencia, tecnología e innovación (CTI) en México ha colocado al país en los últimos cuartiles de los rankings internacionales de innovación y competitividad. Tal situación crítica se refleja en diversos indicadores como la inversión en investigación y desarrollo (I+D), la cantidad de investigadores, la producción de artículos científicos y las solicitudes de patentes.

Inversión insuficiente en I+D

México invierte 8 veces menos en I+D que el promedio de países de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE). En este contexto, el presupuesto del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) sufrió una disminución del 9% para el 2019 debido a un programa de austeridad del gobierno federal, lo que afecta aún más a este sector fundamental para el desarrollo económico y social del país.

Falta de capital humano e infraestructura científica

La falta de inversión también se traduce en una plantilla de investigación 9 veces menor que el promedio de países de la OCDE. Francamente, estimados lectores, con tan escasa inversión debemos preguntarnos: ¿cómo se logrará esa danza de mentes creativas y originales que impulsen al país hacia el progreso? Es como pedirle al charro que ejecute una de sus elegantes punterías, pero con las manos atadas a la espalda.

México, además, publica 5.5 veces menos artículos de investigación que el promedio de países de la OCDE y realiza 20 veces menos aplicaciones de patentes en las principales oficinas de propiedad intelectual. En resumen, el panorama es tan árido como el de un valle abandonado y olvidado por la lluvia, ¿pero quién dijo que a un cactus no le crecen flores?

El papel de la iniciativa privada en la ciencia mexicana

¿Dónde está la llave de ese inesperado y próspero oasis? Desde luego, no todo el peso del progreso científico debe recaer sobre los hombros del Estado. Resulta lógico que el alto estatus sobre nuestra cultura, como nuestro dios Quetzalcóatl, implica la necesidad de que la iniciativa privada aumente significativamente su participación en el financiamiento y ejecución de I+D. Así, el gobierno debería jugar los papeles de Estado Emprendedor y Estado Desarrollador, instrumentando y facilitando el proyecto de transformación económica y social a través de la CTI.

Las experiencias exitosas de otros países

En busca de inspiración y aprendizaje, es importante mirar hacia las experiencias exitosas de otros países que han convertido la CTI en un elemento estratégico. Naciones como Corea del Sur, Singapur, Israel, Taiwán y China han emprendido procesos de introspección para delinear los roles y responsabilidades que cada actor debe tomar en el ecosistema de CTI. Es de sabios aprender de los sabios, y ahí está la llave de ese oasis del conocimiento.

El papel de la Academia Mexicana de Ciencias

Como oasis de nuestros incipientes esfuerzos científicos, no se puede olvidar la valiosa contribución de la Academia Mexicana de Ciencias, agrupación de destacadas trayectorias académicas que laboran en diversas instituciones del país y del extranjero, cuyos objetivos abarcan desde promover el diálogo entre la comunidad científica nacional e internacional hasta contribuir a la construcción de una sociedad moderna, equitativa y justa.

En la noble tarea de reposicionar a México en la ciencia global, es urgente y necesario que el Estado, la iniciativa privada y la comunidad científica trabajen conjuntamente. Sigamos entonces el ejemplo de esos países exitosos y unamos nuestras fuerzas hacia un impacto mexicano en la ciencia global digno de la riqueza y creatividad de nuestro pueblo.